Ni el Narco, Ni el Dinero: El Sur Votó, Juárez Renació, y Morena se Examinó
Por: Juan Emilio López Guadarrama
En esta elección judicial, independientemente de lo desolada que estuvo en comparación con las elecciones pasadas, debe entenderse como una prueba de movilización, una práctica que AMLO ha manejado con maestría. Ejemplos hay varios: no solo la revocación de mandato, sino también la consulta para enjuiciar a los expresidentes, que logró 6 millones de votos. En esta ocasión, se logró movilizar un aproximado de 13 millones de electores, 4.5 millones menos que en la revocación de mandato de 2022.
Las elecciones de 2018, 2021 y 2024 se desarrollaron de la siguiente manera:
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2018: (PAN, PRD, MC) obtuvieron 12,610,120 votos; (PRI, PVEM, PANAL) 9,289,853 votos; y "el Bronco", 2,961,732 votos.
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2021: PAN recibió 8,969,288 votos; PRI, 8,715,899; PRD, 1,792,700; y MC, 3,449,982 votos. Tomando en cuenta que en las elecciones intermedias vota un 10% menos que en las presidenciales, esta elección superó el 50% de participación, cuando normalmente ronda entre el 45% y el 48%.
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2024: PAN alcanzó 9,644,918 votos; PRI, 5,736,759; PRD, 1,121,020; y MC, 6,204,710.
Por eso, hablar de una "mala movilización" de Morena no es una lectura adecuada ni alentadora para señalar un declive. A pesar de los pleitos internos y los intereses encontrados entre sus grupos, Morena logró 13 millones de votos en 2025, sin el dinero habitual de campaña y con menor interés político de algunos actores.
Con ese punto claro, pasemos al segundo, que sí evidenció una falta de oficio territorial por parte de los líderes morenistas, ya que bien pudieron haber generado al menos 5 millones de votos más. Queda claro que sindicatos patito como la CATEM no movilizan gente, que los sindicatos eternos como la CTM y la CROC se mantienen, pero ya sin fuerza ni capacidad real. En cambio, la SNTE, con sus 2.5 millones de maestros, sí logra mover masas. Por su parte, la CNTE, aunque muchas de sus causas parecen más extorsivas que justas, puede movilizar hasta 500 mil votos y es uno de los principales actores territoriales.
Está claro también que Monreal está viendo su final, que Adán Augusto es solo un junior acomplejado con aires de izquierda, sin conocimiento del territorio ni capacidad operativa. Que Andy no es AMLO, y que si a los gobernadores no se les toma en cuenta, simplemente sus estados no aparecen en la ecuación.
El tercer punto, y el más importante: los pueblos indígenas ganaron esta elección, movilizando casi 6 millones de electores sin presupuesto. Hoy en día, más de 23 millones de personas se reconocen como parte de los pueblos originarios, y unidos, sin dinero ni maquinaria política, lograron más votos que el PRI y casi igualaron a MC. Si así lo desean, podrían convertirse en un partido con más fuerza que el PRI, el PT o el Verde.
Llegó el ya apodado "Benito Juárez de nuestros tiempos", el maestro Hugo Aguilar Ortiz, quien ganó sin que nadie —ni siquiera los de arriba— lo esperara. El sur habló y quiso hacerse escuchar ante el país. No están solo para mandar materia prima ni para ser menospreciados por el centro y el norte.
El EZLN no está muerto ni estaba de parranda, se estaba preparando. Y si los pueblos originarios se unen, no se van a conformar con espacios, porque pueden ganarlos, y pueden forzar al sistema a cederles lugares para aprobar reformas o decisiones políticas. Esta voz, que creíamos desaparecida como el náhuatl, está despierta. Es motivo de orgullo que se hagan escuchar. Entendieron que ya no importaba estar a favor o en contra de esta elección: sí o sí se iba a realizar, y sí o sí alguien iba a ganar.
Otro ganador silencioso fue Martí Batres y esa base de Morena que ha sido olvidada en los repartos de poder. El segundo lugar de su hermana Lenia deja claro por qué él mantiene el control del partido en la CDMX, y que si hay alguien con quien aliarse o de quien cuidarse, es de él.
No busco dar una postura sesgada, ni a favor ni en contra. Lo que quiero expresar es que, políticamente, Morena no está en decadencia. Al contrario, está muy fuerte y vivo. Es cierto que sus pugnas internas lo afectan y lo desconcentran, pero aún así, logran movilizar un electorado significativo.
Sus verdaderos enemigos no son el PAN ni el PRI: están dentro del mismo movimiento. Esta elección fue otra prueba operativa del líder, quien, cuando toma el control al 100%, los resultados son contundentes. En 2021 dejó operar a los claudistas en la CDMX y perdió. En 2024 operó él mismo y arrasó. Algo similar ocurrió esta vez.
Que grupos minoritarios como el indígena están unidos y pueden pesar más que el PAN o el PRI. Que los eruditos en derecho, alejados de las causas sociales, no serán quienes definan el rumbo del Poder Judicial —al menos, eso parece. Que esta elección se repetirá en 12 años, quizá haya una reforma en 2030, y tal vez no vuelva a haber otra.
Que Claudia, sin querer, ganó o respiró. Que Adán Augusto y Ricardo Monreal, junto con su amigo Pedro Picapiedra —perdón, Pedro Haces— no pesan en tierra, y se conforman o manipulan a billetazos con sus amistades. Que el narco perdió, que su dinero no sirvió de mucho, y que, aunque tienen presencia en lo local, no entienden la política de fondo.
“Resonó el caracol, danzó el águila y el jaguar despertó…
Porque el pueblo que florece en la tierra del sol nunca fue vencido.
Y los dioses escucharon:
Hoy, los señores del dinero, del narco y del poder despertaron sin trono…
Y nosotros, los que venimos del barro, les bailamos encima.”
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